lunes, 2 de abril de 2012

ORACION

Concepción Cabrera de Armida


   Este mes, hijas de la Alianza, lo consagraremos muy especialmente a la oración, ya que tanto necesitamos de los divinos favores y ¨el alma de oración es capaz de todo¨.

   La oración bien hecha, dice san Juan Crisóstomo, complace mucho a los ángeles, por cuyo motivo la facilitan y prestan su ayuda, y desagrada mucho al demonio, y de ahí que la persiga y estorbe cuanto puede; pero abandonar la oración es perder el buen camino y cerrar la buena puerta a las gracias de Dios.

   Debe ser la oración humilde, ferviente, resignada y perseverante. . . Pedir y recibiréis, llamad y se os abrirá, (Mt.7:7) dijo Jesús: pues ¿por qué no tenemos fe, hijas de la Alianza y abrimos con nuestro amor con nuestra confianza y con nuestros sacrificios la puerta de las misericordias?
   La oración es la escala para subir al cielo, es el escudo que nos libra del enemigo, es el idioma que no necesita palabras, es palabra que no necesita las ideas, es la idea que se funde en un solo sentimiento en el amor de Dios.

   No se pueden alcanzar las gracias sin la oración, pero ésta, sin el sacrificio no está completa: muy buena es la oración, pero acompañada de la cruz; muy santo es el amor, pero unido al sufrimiento voluntario, y si queremos ir en pos de Jesús, el que quiera venir en pos de Mí, (Lc.9:23) pongamos los pies en sus huellas ensangrentadas.

   Convino en que Cristo padeciese, dijo Jesús y lo repitió el apóstol. No convino que hiciese oración, sino que sufriera para enseñarnos el camino del cielo. Claro está que todas las obras de Jesús en la tierra cooperaron a la redención, pero se distinguió Jesús por el dolor, por la cruz, haciendo de ella su patíbulo y su triunfo, su vergüenza y su victoria.

   Oremos siempre hijas de la Alianza, oremos como Jesús, que siempre su oración estuvo relacionada con la cruz; oremos con el Crucificado, es nuestra cabeza y nosotros su cuerpo místico con la dicha de compartir sus dolores. Oremos sin cesar por nuestra pobre patria, perdonando a nuestros enemigos, como Jesús perdonó en la cruz.

   Oremos sufriendo con resignación, con generosidad y con amor, consolando al Corazón divino, quitándole las espinas que lo circundan. Oremos con fe y confianza por la Iglesia, por los niños, por nuestra amada nación.

   Nadie de los que esperan en Dios serán confundidos.

   Meditemos todo este mes las siete palabras que, Jesús dijo en la cruz, y todos los días hagamos con mucho fervor el santo Via crucis.

   Que el Viernes Santo a las tres de la tarde todos los corazones de las hijas de la Alianza formando uno solo con el de María dolorosa, imploremos al pie de la cruz la salvación de México.


Tomado del Libro: Hojitas de Retiros mensuales para la Alianza de Amor
Abril de 1935