Concepción Cabrera de Armida
¿Qué
mejor tiempo para adelantar en esta virtud de la mortificación, hijas de la Alianza de Amor?
Además
de comenzar este mes la cuaresma, tiempo santo de penitencia, tenemos que
expiar muchos pecados de nuestra nación y reparar en lo posible tantas ofensas
hechas a nuestro amado Jesús crucificado y consolar a su divino Corazón ¿no
somos acaso de Él? Estamos las
hijas de la Alianza obligadas felizmente a
quitar las espinas de ese Corazón de amor.
Enseña
san Vicente de Paúl, que el primer paso que tiene que dar quien quiera
seguir a Jesús consiste en renunciar a sí mismo; esto es, a los propios sentidos,
pasiones, voluntad, juicio, en una palabra a todos los impulsos de la
naturaleza ofreciéndolos en sacrificio a Dios y además no detenerse nunca.
Esta debe ser el arma que manejamos hasta la muerte ¡Es tan dulce sufrir por
quien dio hasta la vida por nosotros!
Nuestro
adelantamiento espiritual debe medirse por lo que aprovechemos en la
mortificación; debemos considerar perdido el día que no suframos en el alma o
en el cuerpo, y conviene no engañarse, porque quien no
sabe vencerse y mortificarse en las cosas pequeñas, menos sabrá hacerlo en las
grandes.
¨El
que estima en poco la mortificación exterior y trata de justificarlo diciendo
que la interior es más perfecta, prueba manifiesta que no tiene ninguna de las
dos¨.
En
este tiempo de penitencia, hay que contrarrestar la sensualidad del mundo
mortificándose.
Hay
que privarse, sobre todo en estos días de cuaresma de los goces lícitos,
afligiéndonos con padecimientos voluntarios en honor de Jesús; eligiendo lo que
cueste a nuestra naturaleza.
Decía
un santo: Cuanto más se mortifican las naturales inclinaciones, tanto
más capaz se hace uno a las inspiraciones divinas y aprovecha en la virtud.
Sobre
todo hay que mortificar la lengua, jamás faltando a la caridad: que sean
nuestras palabras amables, sencillas, siempre disculpando, si no los hechos, sí
las intenciones Hay que mortificar también el propio juicio y la voluntad
propia; que, a ser posible, nunca les demos gusto en cosa alguna y para esto
será bueno acostumbrarse a verla alegremente contradicha.
Pondré
aquí cuatro reglas que nos servirán para adelantar en la virtud: en las contradicciones y en las penas que
nos vengan de los demás, callar... sonreír a
Jesús, darle gracias de
esas perlas para el cielo, y no perder la paz. Uno de los mayores dones que podemos recibir de Dios en esta
vida, consiste en saber querer y poder vencernos, negando la propia
voluntad.
Pidamos
con toda el alma a Jesús, por medio de su inmaculada y santísima Madre, que nos
conceda una muerte constante a nuestro propio querer para que, renunciándonos,
miremos en la vida tranquilamente lo que no quisiéramos. . .
Oigamos
con paz lo que no quisiéramos oír. . . y hagamos apaciblemente lo
que no quisiéramos hacer, siendo constantes en contrariarnos sólo por amor a
Dios, abandonándonos plenamente a su divina voluntad.
CONSEJOS
- DIOS es tu principio. Eres de Él; le perteneces; será tu galardón eterno en el cielo.
- JESUCRISTO es tu modelo. Ámalo síguelo, imítalo y encontrarás la verdadera dicha en el mundo.
- EL ESPIRITU SANTO es tu guía. Oye y sigue todas sus inspiraciones con toda fidelidad.
- MARIA es tu Madre. Arrójate, con toda confianza en sus maternales brazos, para que experimentes sus caricias.
- LA GRACIA es tu auxilio. Implórala de continuo; corresponde a ella siempre; y procura: conservarla y aumentarla, porque es el precio del cielo.
- LA CRUZ es tu camino. Por ella, se va a la verdadera vida. Llévala en pos de Jesús, con amor y generosidad.
- EL AMOR es tu ley. Ama a Dios sobre todas las cosas y a tu prójimo como a ti mismo y solamente por Dios.
- EL CIELO es tu destino. Anhela poseerlo, aun a costa de los mayores sacrificios.
“HAZ ESTO Y TE SALVARÁS, HAZ ESTO HIJA DE LA ALIANZA Y SERAS SANTA”
Tomado del Libro: Hojitas de Retiros mensuales para la Alianza de Amor
Marzo de 1935